Talento colectivo

Espero que, a la mayoría de ustedes, el verano les haya ayudado a depurar impurezas y serenar el estado de ánimo.

Nuestros pasos se orientan a afrontar, con los datos actuales, un otoño y un invierno donde nuevamente gestionaremos tiempos de turbulencias, afrontándolos con muchas incertidumbres. Por eso, conviene enfriar el catastrofismo, aunque es cierto que la mayoría de informaciones que recibimos anuncian graves situaciones, condicionadas objetivamente por la guerra en Europa, los costes disparados de la energía, los problemas con la producción y suministro de materias primas, entre otros. Es una realidad que se ha construido, sin esperarla, ni desearla, y ante la cual nosotros desconocemos cómo hacerle frente; ante esa situación, podemos diluirnos, paralizarnos, o intentar afrontar algunos de sus riesgos desde las bases consolidadas que tenemos.

Opto por intentarlo. A nivel de ciudad, tenemos nuestra propia agenda de transformación, sumada a temas que nos interpelan en relación al mal uso por parte de una minoría del espacio público. Vamos a afrontar este panorama con todas sus implicaciones. Siendo conscientes de que nuestra ciudad, como cualquier otra, es el resultado de la convivencia en espacios que reflejan la diversidad, con miradas en muchos casos antagónicas y frente a conflictos que no se resuelven de forma inmediata. No somos ajenos a todo lo que nos influye y nos afecta, por ese motivo no somos comunidades homogéneas, ni en el comportamiento, ni en las soluciones.

Aspiramos a reflejar el sentido mayoritario, a no caer en la imposibilidad, actuando con la mente en calma, conscientes de que la gestión de la situación actual depende de muchos elementos que no están en nuestras manos, en manos de las administraciones locales.

No obstante, defenderemos lo que hemos logrado, no nos lo van a arrebatar, sobre estas bases, y estas premisas, no nos diluiremos, no dejaremos de lado nuestra línea de trabajo. No dejaremos espacio a la degradación: ni de las situaciones personales, ni de los espacios sociales, ni de la convivencia en comunidad. La prioridad es y será proteger las personas, proteger el medio ambiente, y progresar en nuestros valores sociales y culturales.

Por eso mismo, la mirada no se puede sostener sobre la añoranza del pasado, nuestra guía debe orientarnos a alejarnos del catastrofismo, y ansiar el crecimiento social y económico. El talento colectivo, los valores comunitarios, nos deben servir para seguir hacia adelante, defendiendo lo alcanzado y consolidando nuevas bases de progreso social y económico.