Seamos optimistas, pero no dejemos de ser prudentes

Llevamos unos días retomando el pulso de las actividades y de los equipamientos en la ciudad, ayer, por ejemplo volvieron a abrir las piscinas de verano, que han adaptado su funcionamiento a las circunstancias actuales, pero que permitirán hacer más llevadero este caluroso verano. Hemos avanzado, las cifras –especialmente las más preocupantes, ingresos en UCI y fallecidos- mejoran, y eso permite volver a poner en marcha la mayoría de servicios.

Todos tenemos ganas de normalidad: la semana que viene es la verbena, las limitaciones van siendo menores, y algunas entidades también pueden volver a organizar actos como estos, con las debidas restricciones. Cuesta mantenerse al día de unas limitaciones que van actualizándose, no nos vamos a engañar, pero la restricción más importante la conocemos todos, y es el sentido común. El año pasado el primer desconfinamiento llegó por estas fechas, y a las pocas semanas, se volvieron a complicar las cifras.

Llevamos mucho tiempo esperando y se hace difícil, para todos y todas, ciudadanía, y entidades también, evidentemente. Es humano. Pero tengamos memoria de todo lo que ha significado y causado esta pandemia, por tanto, enmarquemos cualquiera de estas celebraciones en la sensatez.

Los datos de vacunación nos permiten ser optimistas: hasta ayer jueves, más de 44.000 habitantes de Cornellà han recibido la primera vacuna, eso ya supera el 49% de toda la población, y más de 27.000 personas ya está con la pauta completa, casi un tercio del total.

El ritmo es excelente, lo podemos ver en la Fira de Cornellà día tras día, que como espacio de vacunación masiva, ha ido cumpliendo las previsiones. Este lunes pasado, acompañado por su coordinadora responsable (por cierto, vecina de la ciudad) fui a visitarlo al finalizar el día, y ello me permitió conversar con el personal sanitario, administrativo, de seguridad y de limpieza, apreciando en sus palabras la seriedad de su compromiso, confirmando que todas y todos se sienten útiles para la comunidad, demostrando su responsabilidad y profesionalidad en la gestión sanitaria de un momento extraordinario y necesario. Mi reconocimiento a ese protagonismo apreciable que, con su conducta, eclipsa al pesimismo, y nos permite, como digo, ser optimistas, no dejando de ser prudentes.