Civismo y protección de los animales
Desde el año 2021, la Ordenanza General de Convivencia Ciudadana establece, en sus artículos 92 y 95, la obligatoriedad de registrar a los perros en el censo municipal mediante un microchip homologado y un patrón de ADN. Esta medida, desarrollada en colaboración con una empresa especializada y apoyada por los centros veterinarios de la ciudad, representa un compromiso firme con el bienestar animal, el respeto por unos espacios comunes limpios y una convivencia armónica.
En la implementación de esta normativa hemos trabajado de manera constante y progresiva. Se ofreció un período inicial de registro gratuito para fomentar la participación, y se llevaron a cabo campañas informativas y de concienciación para asegurar que todos los ciudadanos comprendieran el propósito y las ventajas de esta medida. Al mismo tiempo, se habilitaron mecanismos de sanción para quienes la incumpliesen, porque dicha medida favorece claramente a las personas cívicas y señala abiertamente al incívico, y con estos últimos, una minoría, queremos ser contundentes.
No se trata de una medida con fines recaudatorios, sino de una estrategia que quiere promover el compromiso de los propietarios de animales y una comunidad más solidaria y responsable. Porque, cuantitativamente, solo la limpieza y mantenimiento de los más de 13.000 metros cuadrados que tenemos en la ciudad destinados a los 15 espacios caninos y los 6 correcans, suponen más de 150.000 euros al año.
En 2024, seguimos con la labor pedagógica e informativa y ha empezado la fase de recogida de excrementos para identificar el ADN, a través de una empresa especializada y rubricado por la Guardia Urbana. En lo que va de año se han interpuesto más de 800 sanciones en este sentido, de las cuales casi la mitad han tenido un efecto positivo en los propietarios, los cuales reconducido y registrado a sus animales con ADN. Este es el camino: responsabilidad y compromiso.
La normativa del chip y el ADN no persigue a los dueños responsables, sino que busca señalar a aquellos que incumplen y ponen en riesgo la armonía social. La reflexión sobre la tenencia de animales nos invita a pensar en el respeto a los bienes comunes como un reflejo del sentido comunitario. La ciudadanía responsable no se reduce al respeto por un solo aspecto; quien actúa con incivismo en la tenencia de animales probablemente lo haga también en otros ámbitos, perpetuando una conducta que socava el tejido social.
La convivencia armónica y el respeto por los bienes comunes son expresiones de una sociedad que entiende la interdependencia de sus miembros. Solo cuando asumimos una actitud crítica y proactiva respecto a nuestras acciones contribuimos realmente al bienestar colectivo. Esta normativa no busca limitar, sino proteger: proteger a los animales, la salubridad, y, sobre todo, el derecho de todos los ciudadanos a vivir en un entorno limpio y seguro.