Esperanza

Desde hace diez meses, todo es diferente. Y esta vez, la Navidad también debe ser diferente. Debemos ser conscientes y responsables ante ello. Nos acompaña un virus que, de alguna forma, ha truncado la vida de todos y todas. A estas alturas de la pandemia, seguro que conocemos personas de nuestro entorno —o nosotros mismos— que han vivido la pérdida de algún ser querido por la Covid-19. Ocultas entre el marasmo de cifras diarias, hay un sinfín de historias, con nombres y apellidos, muy dolorosas.

Pero a pesar de todo esto, la cercanía, empatía y solidaridad no se han perdido. Y no deben jamás perderse. Más aún cuando vamos a encarar un año, unos años, complicados, difíciles, porque el golpe económico que hemos sufrido apenas empieza a mostrar sus consecuencias.

Sí, es cierto. Este año ha sido diferente, en la mayoría de casos para mal, pero en algunos, también para bien: para descubrir las vertientes más solidarias de las personas, para descubrir la increíble resiliencia de los niños y niñas ante algo que todavía no hemos sido capaces de explicar, para aprender lo mucho que echamos de menos abrazar a quienes no recordamos con exactitud la última vez que pudimos estrechar entre nuestros brazos.

Y lo que sí os puedo garantizar es que el 2021 volverá a ser diferente. Inevitablemente, diferente. Con la esperanza de vencer a esta enfermedad, y con la esperanza de que todo lo bueno que hemos aprendido y experimentado, se quede. Por eso, ante todo, una palabra: ¡esperanza! Y feliz Navidad a todas y todos.