Nuevas realidades del trabajo
Este sábado es 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo. Una jornada que históricamente generaba grandes movilizaciones, para reivindicar derechos laborales, dignidad e igualdad. Si bien la pandemia obliga a rebajar las actividades públicas, no debe ser el caso de rebajar la necesaria reflexión y debate que este día conlleva.
El último año, en su crudeza a lo largo y ancho de nuestra sociedad, también ha contribuido a erosionar más la calidad y estabilidad del empleo. No sabemos todavía el alcance real, pero vemos las tendencias, se urge a Europa para facilitar créditos que permitan inversiones, y hacen falta ayudas en casi todos los sectores: es evidente. Pero nos encontramos ante nuevas realidades, ante cambios organizativos y estructurales que es muy difícil predecir cómo se van a ajustar a las regulaciones.
Ante el 1 de mayo, creo que defender políticas de empleo y darles el mayor alcance posible, no dejarlas depender del oleaje del mercado, es muy importante. Porque las personas, familias, que pasas dificultades, a veces incluso manteniendo un salario, pero insuficiente, saben que del trabajo estable, digno y con derechos, depende poder seguir aferrados al tejido social, público, comunitario que generan las ciudades, barrios y familias. La precariedad también es capaz de multiplicarse y atacar las bases de nuestra sociedad.